Cervezas en la playa de Uppuveli

Acabamos nuestro viaje por Sri Lanka en Trincomalee, concretamente en Uppuveli, un par de kilómetros más al norte, en la (hasta hace muy poco) remota y alejada costa este del país. Buscábamos un par de días de playa, relax y buen rollo. De hecho, acabamos haciendo todavía menos turisteo del que pretendíamos, que ya era poco. Este artículo podría acabarse en pocas palabras: playa, mar, sol, cerveza, bañador y chanclas. Como dicen las camisetas de moda últimamente: sleep, eat, beach, repeat.

Sin embargo, es interesante indagar, aunque sea un poquito, en el pasado y el futuro de la zona.

Hace muy pocos años la costa este, especialmente en el noreste, se veía demasiado involucrada en los conflictos internos como para que llegara el turismo (la guerra civil acabó en 2009). Además, fue una de las zonas más castigadas por el tsunami de 2004. Aunque la mayor parte de las portadas de periódico se las llevaron las destrozas y las víctimas en Tailandia, mucho más turístico, en Sri Lanka el golpe fue brutal, el número de víctimas elevadísimo y las consecuencias todavía palpables. Con todo esto, sólo los aventureros más tozudos llegaban a estas tierras.

Sin embargo, con el aumento del turismo que está teniendo lugar en el país desde hace muy pocos años, Trincomalee es quizás donde la transformación está siendo más acentuada. No hace falta investigar mucho para averiguar lo mucho que ha cambiado la zona en poco tiempo, y lo mucho que cambiará en los próximos años. De ser el remoto lugar donde los lugareños vivían ajenos al turismo que llegaba a la costa sur ceilandesa y donde se podía descubrir la Sri Lanka más “auténtica”, ha pasado a ser el paraíso hippie para mochileros que es hoy en día. Música en la playa a la luz de unas cuantas velas, cócteles y cervezas en la arena y un ambiente muy relajado. Todavía se puede ver a los pescadores locales recogiendo la captura del día en la playa. La pesca es uno de los pilares de la zona, aunque las barcas y las redes están perdiendo terreno contra los restaurantes y hoteles que tienen salida directa a la arena. Es esta convivencia la que le da encanto al lugar, aunque no durará.

La mayoría de solares que hay entre la carretera y la playa tiene un cartel anunciando la próxima construcción de un hotel. Cuando estén todos terminados este tramo de la costa será otro de los cada vez más explotados destinos playeros del sureste asiático, como pasó en Tailandia y como está pasando en tantos otros países. Esperemos que la inevitable explotación que tendrá lugar se haga de forma que, aunque el centro de la actividad económica se desplace hacia el sector turístico, Trincomalee y la costa este de Sri Lanka siga siendo un lugar tan apetecible como lo hemos encontrado nosotros.

Pigeon’s Island

Cerca de Uppuveli hay esta minúscula isla que es una reserva natural. Incluso con las numerosas barcas que desembarcan a turistas (como nosotros) que van a pasar medio día allí, es un enclave de película. Las barcas llegan a la playa que hay en un lado de la isla. Caminas hacia el “interior” de la isla literalmente 20 metros hasta que llegas a la playa del otro lado. Y ya está, ya has visto Pigeon’s Island.

Sin embargo, aunque nadie te lo impide, lo mejor que puedes hacer no es ponerte a disfrutar de la playa, sino ponerte la máscara, el tubo y las aletas que te habrán dejado, y entrar en el agua. El fondo marino es lo que hace que la isla sea una reserva natural. De hecho, hay una zona señalizada con boyas donde no se puede ni entrar a hacer snorkeling, por el valor y la fragilidad de los corales. No hay que ser excepcionalmente afortunado para poder ver alguna tortuga marina o algún tiburón de puntas negras. A nosotros nos encantó la experiencia, y después de lo que vivimos en Tangalle con las tortugas, nos emocionamos como un niño con una bicicleta nueva viéndolas de nuevo aquí.

Así nos despedimos de Sri Lanka, nadando entre tortugas y tomando cervezas en la playa.